- Conozco cada detalle de lo que es mío.
Él sonrió, con el pelo sobre su rostro, oculto aún de su mirada y se giró lentamente para enfrentar sus ojos.
- ¿Quién dice que soy tuyo?
- Niégalo
Esta vez la sincera sonrisa que enmarcó su rostro fue perfectamente vista por ella.
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